Qué me ha enseñado el yoga sobre soltar el control
4/23/20251 min read


Durante mucho tiempo, viví creyendo que controlar cada detalle me daba seguridad. Hacer listas, planificar el futuro, anticiparme a lo que podría salir mal… Todo eso me hacía sentir que tenía el timón. Pero también me dejaba agotada. Y cuando las cosas no salían como yo quería, venía la frustración, el miedo y la autoexigencia.
Entonces conocí el yoga. Al principio lo tomé como una práctica física. Me enfocaba en hacer bien las posturas, en seguir la secuencia, en no “fallar”. Hasta que un día, en Savasana, me rendí. Dejé de hacer, de corregirme, de pensar. Me permití simplemente estar. Y ahí entendí que soltar el control no es perder, es confiar.
El yoga me ha enseñado que no puedo controlar el flujo de la vida, pero sí puedo aprender a navegarlo con más presencia, apertura y amor. Cada inhalación me recuerda que algo entra sin que yo lo fuerce. Cada exhalación, que puedo dejar ir sin miedo.
En la esterilla, soltar el control es dejar de luchar con mi cuerpo y empezar a escucharlo. Es permitir que mi práctica se adapte a cómo estoy hoy, sin exigencias. Y fuera de la esterilla, es confiar en que la vida también tiene su ritmo, aunque a veces no entienda el por qué de las pausas, los cambios o los vacíos.
Soltar el control no significa rendirse, sino rendirse al momento. Estar aquí, ahora, sin necesidad de cambiar nada. Porque quizás, justo así, está perfecto.
¿Y tú? ¿Qué te cuesta soltar últimamente?
Te leo con cariño.
Gracias siempre
Namaste, Ketty